La sesión se orientó a los niños acompañados de sus padres y era abierta para observar al resto de los asistentes que lo desearan. Fue un éxito, todos disfrutamos grandemente meditando en la parábola de la semilla de mostaza.
Esperamos poder repetir la experiencia próximamente y que puedan asistir otros miembros de la iglesia que no pudieron estar esta vez.»
Ruth García Crevillén
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